Por: Andrés Felipe Múnera C.
Politólogo
(foto de: BBC Londres)
Donald Trump ocupa el cargo más importante de todo el mundo: ser presidente de la principal potencia mundial. El 20 de enero de 2019, el presidente de Estados Unidos cumple dos años en el poder en los cuales ha tenido más polémicas que aciertos y aspectos positivos para resaltar en su gobierno. Con un número de despidos y renuncias nunca antes visto en la historia política del país, Trump ha llevado su presidencia contra viento y marea atajando las decisiones del Partido Demócrata y tratando de conciliar para mantener una alianza con el ya cada vez más lejano Partido Republicano.
El cierre de gobierno es otra más de las falencias de la administración Trump. Es el más largo (30 días) en la historia del país a causa de la negativa de la cámara de representantes –en poder de los demócratas- de otorgar el dinero para construir el muro en la frontera con México, además de ser una disputa que el presidente no está dispuesto a perder y que con el tiempo se ha convertido en algo personal frente a la líder de la cámara baja Nancy Pelosi. Sin embargo, ha sido más el daño que ha ocasionado Trump al no reabrir el gobierno dejando esta decisión en manos de los Demócratas, los cuales son los responsables de la decisión de otorgar este dinero, necesario para que el mandatario cumpla su principal promesa de campaña.
También el presidente tiene dos opciones en caso de que la cámara le niegue los 5.700 millones de dólares. En primer lugar el presidente puede declarar la emergencia nacional, con lo cual tienen un poder para decretar el uso de este dinero para la construcción del muro; esto sería algo que nunca se ha visto en la historia de Estados Unidos. En segundo lugar, puede utilizar recursos de las fuerzas militares o de la atención a desastres con el mismo fin de llevar a cabo su principal promesa de campaña. Esto último podría traer mayores problemas y un posible juicio político, al que con más fuerza se acerca cada día en que el gobierno permanece cerrado.
Trump es un hombre apolítico y esto le puede traer en un futuro muchos problemas al Partido Republicano. Sus peleas con China, sus acercamientos a Rusia, el alejamiento de su principal aliado la Unión Europea, el trato a los inmigrantes latinoamericanos, demuestran el desastre en que se ha convertido su presidencia. La decisión de retirar los soldados de Siria y Afganistán fue la gota que colmó la paciencia de su Secretario de Defensa que renunció al cargo; las investigaciones de la trama rusa y el no ponerle un alto al abogado Müller sacaron al fiscal Sessions de su puesto como secretario de justicia. El poco entendimiento de una política exterior coherente con los principios, valores e intereses americanos le valieron el puesto a Rex Tillerson, la renuncia de Nikki Haley ante el desgaste que ha significado el desorden de la actual Casa Blanca han sido otros duros golpes para Donald Trump.
En general, los dos años que este 20 de enero cumple Trump como el hombre más importante del mundo y el tomador de decisiones para mantener la paz en nuestro planeta, han sido de un gobierno desordenado, turbio y que ha mantenido en constante tensión, buscando una defensa con argumento de sus políticas, actuaciones, decisiones, pero sobre todo una defensa del presidente como político, jefe de Estado, persona y empresario. Este último tema y su agitada vida social lo han mantenido en el ojo del huracán los últimos 4 años.
En definitiva el neoyorquino no solo pasará a la historia en Estados Unidos como el presidente con menor credibilidad, sino también como el más cuestionado (hasta el momento en que se escriben estas lineas) por haber desligado a Estados Unidos del escenario internacional.
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