Por: Andrés Felipe Múnera C.
Politólogo
(Foto de: RTVE.es)
El atentado contra Bolsonaro en pleno cierre de campaña electoral fue la nota final de un compás que sonó de principio a fin para el nuevo presidente de Brasil, que asumirá el poder el 1 de enero de 2019. El ultra conservador y admirador de la dictadura Jair Bolsonaro será el nuevo presidente de la república, elegido para el periodo 2019-2022, en el cual llevará por un camino de privatizaciones a la principal economía de América Latina.
El regreso a los recuerdos de la dictadura ha hecho un eco muy grande en la política de Brasil. Quienes votaron por Bolsonaro, lo hicieron pensando más en un castigo al PT Partido que en su estadía en el poder abusó del mismo corrompiendo la democracia que tanto decían salvar. Pero también, la victoria de Bolsonaro refleja el miedo a llegar a ser una segunda Venezuela, un miedo que ha transformado el curso de las elecciones presidenciales de los países de la región a lo largo del 2018, en las que la población votó más por un temor a llegar al “socialismo del siglo XXI” que pensar y analizar verdaderamente los pormenores de las políticas propuestas por cada uno de los candidatos.
Bolsonaro arrasó con las elecciones. Del 99,96% de los votos escrutados el 55, 14% le dio la oportunidad a Bolsonaro (57.787.869) frente al 44,86% de Fernando Haddad (47.022.217). Es decir la diferencia fue de más de 10 millones de votos para un total de 116.100.004 millones de votos (Votos válidos: 104.989.349, 90,43%. Votos en Blanco: 2.493.109, 2,15% y Votos Nulos 8.614.546, 7,42%).
Hay tres factores claves en estas elecciones: las noticias falsas marcaron el rumbo de las mismas, la amplia población que ejerció su derecho y el número de votos nulos. Estos últimos especialmente llaman la atención, porque no es común que muchas personas se equivoquen a la hora de elegir al próximo mandatario de su país. Los más de ocho millones de personas a las que les fue anulado el voto, demuestran también que no estaban de acuerdo con ninguno de los dos candidatos y decidieron demostrar su descontento, convirtiendo su voto en nulo.
La preguntas que quedan por ahora son: ¿Qué pasará con Brasil a partir de 2019? ¿Cómo reaccionara la economía brasilera? ¿Tendrá una presidencia afable Jair Bolsonaro? ¿Es un Donald Trump o un Rodrigo Duterte el nuevo presidente de Brasil? ¿Es un giró a la derecha radical el que se está dando en la región y Brasil lo ha consolidado?
Todas y cada una de las preguntas tendrán su respuesta a lo largo de los próximos cuatro años. Mientras tanto Lula Da Silva desde la cárcel tendrá que sacar fuerzas para mantenerse vivo políticamente, pero también para superar un gran golpe que hoy hay recibido el Partido de los Trabajadores.
Bolsonaro deberá demostrar también una fortaleza institucional y política para superar las crisis que ha vivido su país en los últimos años y que el mercado económico ha dado el visto bueno para la llegada del ex militar al palacio de Planalto. Pero también deberá superar el 3% de aprobación que le deja su predecesor Michel Temer, quien no ha mostrado ningún síntoma de estar en contra de la votación historia del 28 de octubre del 2018.
Entre tanto: ¿Haddad era realmente la solución para detener el avance de Bolsonaro? Pasó con Petro en Colombia, pasó en Brasil y seguirá pasando mientras haya un motivo para pensar en que el autoritarismo y el miedo es la solución; pasará mientras la Venezuela de Nicolás Maduro siga existiendo.
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