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Foto del escritorGeografía Histórica

Colombia a la deriva


Por Andrés Felipe Múnera Cardozo.




(Foto: Revista SEMANA, 2019)


La pregunta con la que comienzo este análisis personal y desde un punto de vista politológico es: ¿Quién gobierna en Colombia?


La respuesta es clara: No es Iván Duque y de eso se aseguró Álvaro Uribe en 2018 cuando lo eligió para ser su pupilo en las elecciones a la presidencia 2018-2022. Uribe sabía que no podía cometer el error dos veces de elegir a un candidato con poder, tradición política y familiar al que no pudiera influenciar. El ex presidente sabía que Duque era un personaje recién “aparecido” en el mundo público y su única experiencia había sido los tres años como senador del Centro Democrático. Pero, dos años después: ¿Es posible que con la situación actual del país y la falta de liderazgo, el uribismo continúe en el poder para el periodo 2022-2026?


La respuesta es No. El uribismo va a sacrificar a Duque y lo abandonará a su suerte apenas comience la contienda electoral. No habrá un continuismo en las posturas del presidente y el centro democrático pregonará por elegir un candidato más afín al uribismo puro lo cual disminuirá considerablemente sus opciones de continuar en el poder. Que Paloma Valencia o Paola Holguín se postulen harán que los electores se aleje de estas opciones que han buscado promover un endurecimiento de la política de seguridad democrática, el manejo de la fuerza pública a su antojo, buscar un congreso al cual puedan influenciar con la ya famosa mermelada que tanto le habían criticado a Santos y que Duque por su falta de gobernabilidad concedió a otro partidos para lograr aprobar sus propuestas en el Legislativo.


Pero volvamos a la Colombia del 2020, dejemos la contienda electoral para más adelante. El país vive un proceso de convulsión social sin precedentes. Hace más de 30 años la población no se manifestaba contra el Estado de la manera violenta y cruel como se ha podido conocer con lo sucedido en Bogotá, Cali, Medellín y otras ciudades del país en la que su población ha “atacado” a modo de respuesta a la Policía Nacional. La Policía que debe ser la institución que imponga la ley y el orden se convirtió esta semana en el centro de tortura ciudadana y la muerte del abogado Javier Ordoñez despertó la furia de miles de ciudadanos cansados de un gobierno que no los representa, un gobierno con falta de autoridad, sin rumbo, sin norte, sin políticas claras sobre cuál va a ser el legado que dejará a los colombianos, un gobierno que se atreve a usar expresiones como “gallardía” para valorar el trabajo de su institución pública de seguridad y que deja a un lado el verdadero objetivo por el cual existe y es la protección de los derechos fundamentales del ser humano, del colombiano, del elector que buscan cada cuatro años con una caja lechona y un bono de $100.000 para que voten por uno u otro candidato.


Se siente en el país una división más profunda que la del proceso de paz y de eso la responsabilidad y la culpa es del mismo Centro Democrático, que al no prever toda la compleja situación de Colombia a nivel social ha perdido gobernabilidad la cual se profundizó con la pandemia. La polarización a 2022 va a ser una masa sin precedentes en la que quizás la centro-izquierda o la izquierda logren la victoria electoral y la responsabilidad va a ser del gobierno actual, del partido y de esa consigna que quería evitar: no convertir a Colombia en Venezuela.


El centro democrático y el presidente Duque nos han llevado a ser una Venezuela, Duque logró en nueve meses hacerse con todo el poder en sus manos con la elección de Defensor del Pueblo, Procurador general sumado ya a la elección de su amigo el Fiscal Barbosa. Logró hacer elegir a sus candidatos en las instituciones que representa al pueblo colombiano y quienes además deben velar por la protección de los derechos y el control público hacia quienes dirigen el país.


La violencia vivida en los últimos días en Colombia no solo representa el aburrimiento y hartazgo político que se vive en contra de Duque, sino también en contra de muchos personajes políticos que están entrando en el ocaso de su protagonismo, en una decadencia normal en la vida de todo servidor público. El partido de gobierno debe encontrar una fórmula para lograr sobrevivir a Álvaro Uribe Vélez o cuando este desaparezca el partido y sus integrantes también lo harán.


Creo que Duque una vez salga del poder dejará de ser un personaje protagonista de la vida pública, es posible que se traslade a Estados Unidos y rehaga su vida lejos de la vida política nacional, sin fuerza política y alejado de su mentor y colegas de partido. Duque es un personaje al que no se le ve visión de país, no porque no la tenga, sino que para lograr su sueño de ser presidente tuvo que vender su independencia, su idea de gobierno a una idea de partido, a una idea de conservar el poder a cualquier costo, a la idea de política de Álvaro Uribe, pero lo que este último personaje no ha entendido es que sus políticas ya están pasada de moda, la coyuntura del país no es la misma y al parecer ni él, ni sus amigos más cercanos han comprendido los cambios políticos que se han vivido en el país.


Duque no podrá progresar porque vendió desde el 7 de agosto de 2018 se independencia y toma de decisiones a su mentor político; esta es una presidencia opaca, sin objetivos, sin una tradición, sin un legado y eso la historia lo cobra tarde o temprano. El ocaso de Duque empezó una vez cumplido su primer año de gobierno, su presidencia ha estado plagada de protestas y actos violentos a nivel social, tantos que nos llevan a recordar lo vivido en el país 20 o 30 años atrás cuando en las noticias era común escuchar y ver imágenes de secuestros. Tuvimos una década de oro, esa que entre 2008 y 2018 nos permitió pensar en la paz y vivir en paz, se vivieron los mejores momentos deportivos y culturales del país y eso el uribismo no lo ve porque simplemente es algo que no vende. Duque con su economía naranja no llegó más allá de noviembre de 2018.


Tal vez por lo único que será recordado Iván Duque es por su frase “De que me hablas viejo” y si volvemos a elegir la opción uribista estamos jodidos como país y así mismo como sociedad.


(Esta es una reflexión personal, objetiva y sin odios, es simplemente un análisis de un punto de vista sobre lo que acontece en Colombia).

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