Por: Andrés Felipe Múnera C.
(Foto de: El blog de Salvaroj)
El año 2020 pasará a la historia como el momento en que la mayoría de procesos políticos, acontecimientos mundiales y reuniones presenciales entre los principales líderes del mundo cambiaron. Las reuniones quizás se enfocarán de ahora en adelante en la virtualidad lo que profundizará el nacionalismo y la protección de los intereses de cada uno de los Estados. Esto podrá traer algo de tranquilidad y paz a nivel mundial, pero se verá un aumento de la violencia interna y una constante presión hacia los gobiernos que no logren establecer un proyecto enfocado en la protección de los derechos humanos y las principales necesidades de la población.
El coronavirus no puede ser una excusa para que los procesos multilaterales de integración desaparezcan. Debe ser la oportunidad para renovar esos procesos y proyectos políticos que logren ser más eficientes. Un ejemplo de ello es la cumbre iberoamericana, que antes del 2014 se hacía anualmente, posterior a esa última cumbre en Veracruz México los líderes de cada país acordaron hacerla cada dos años. Es decir, la cumbre ha perdido su importancia la cual se enfoca en mantener una estrecha relación entre los países de América Latina con Andorra, España y Portugal.
Otro ejemplo es la desaparecida UNASUR, que si bien su coyuntura parte de la profunda crisis política por la que atraviesa Venezuela, nació como un grupo de integración que no cumplió con el rol de unir a los países de América del Sur. Además la creación de otros grupos entre 2010 y 2019 como la Alianza del Pacífico o la CELAC hizo que el principal grupo que representaba a la región perdiera protagonismo y el sueño de llegar a ser como la Unión Europea quedó en el fracaso.
En 2019, Colombia y Chile lideraron la creación de un nuevo grupo de integración regional pero sin tener en cuenta a Bolivia, Uruguay y Venezuela, países con gobiernos de izquierda en ese entonces. A 2020, el grupo de países ha reunido a sus presidentes y cancilleres de manera virtual, logrando una mejor comunicación y así mismo la pandemia ha sido la oportunidad para crear proyectos enfocados en el trabajo comunitario con el fin de mejorar las inversiones, el turismo y comercio. La virtualidad debe ser vista como una oportunidad en la que presidentes de países, organizaciones empresas y hasta ministros se reúnan para llegar acuerdos lo que reducirá los viajes y demás gastos en viáticos que antes del coronavirus existían.
Esto a su vez llevará a realizar cambios profundos en la política internacional. Quizás la pandemia marcó el fin de una era y el comienzo de una nueva bajo nuevos paradigmas enfocados en la protección de la población con medidas que logren disminuir considerablemente los efectos de futuras pandemias. La interconexión es un aspecto imposible de detener y está a su vez mejorará considerablemente los indicadores económicos desde 2021. El covid19 debe ser visto como una oportunidad para crear nuevos lazos, dejar a un lado los egos políticos y enfrentar situaciones adversas en unión bajo un mismo paradigma: La salud de los seres humanos.
Sin este enfoque nada más podría funcionar, los seres humanos mueven la economía de los países, el consumo fortalecerá economías como la colombiana que tan dependiente es del trabajador informal; por eso es que a partir del 1 de septiembre se viene una nueva realidad para el país, desde esa semana todo el mundo estará “libre” y podrá volver a sus actividades cotidianas. Pero también será responsabilidad de cada quien velar por su salud y la de su familia, ahí está la clave para fortalecer la economía del país. Esto traerá nuevas ideas en la organización de los sectores comerciales. Los automóviles perderán importancia y las calles de las ciudades se volverán corredores inundados de personas y puestos de comida. El enfoque de los mandatarios regionales será trabajar en pro de estos lugares, mejorar el empleo como también crear y mejorar una infraestructura apta para sus ciudades.
La presencialidad nunca acabará, las cumbres no desaparecerán pero si habrá una transformación social que nos hará más dependientes de las redes sociales, las conexiones de internet, los celulares y a su vez del consumismo despiadado.
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