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Foto del escritorGeografía Histórica

Duque: dos años con el sol a sus espaldas.

Por Andrés Felipe Múnera C.

Politólogo



El 7 de agosto Iván Duque Márquez llegará a la mitad de su periodo presidencial.

(RCN Radio, 2018)


El mandato de los presidentes en Colombia se ha caracterizado por dos cosas: la primera es su buena relación, “luna de miel” como la llaman otros, con el Congreso en la primera parte de su periodo presidencial y la segunda la cosecha de lo realizado a lo largo de su mandato en los dos últimos años en donde ya el presidente gobierna con el sol a sus espaldas en vísperas de las elecciones presidenciales. Esta era una situación típica de todos los presidentes que ha tenido Colombia. Pero la llegada de Iván Duque marcó otra pauta en la coyuntura política nacional.


Él que no llegó al poder gracias a su trayectoria y gestión como servidor público, fue elegido presidente gracias a una excelente estrategia de marketing político y la mejor oposición que se ha visto en décadas en Colombia. El discurso de “miedo” emprendido por el uribismo y la estrategia de hacerlo parecer físicamente a Álvaro Uribe fue el resultado para que Duque fuera elegido presidente para el periodo 2018-2022.


Al momento de escribir estas palabras, Duque ha sido un presidente envuelto en más polémicas que en aciertos y en aspectos positivos que caracterizan su gestión. No ha sabido llevar a buen puerto sus decisiones y las protestas en redes sociales y en las calles cada vez gana más espacio en la población del país. No es un gobierno amigo de los medios de comunicación y de los pocos espacios radiales o televisivos con los que cuenta a favor son poco escuchados o las voces contrarias a las políticas del gobierno han sido estratégicas ganando cada vez una mayor opinión entre los oyentes.


La elección de sus ministros, directores de departamentos administrativos y la interacción con las regiones ha sido nula o deficiente. Ejemplos como el nombramiento de Guillermo Botero en Min Defensa o Claudia Blum en la Cancillería son muestra del pago de favores políticos a los grandes empresarios por las ayudas económicas a la campaña política “Duque Presidente” y tal vez hay que aclarar que Duque no es el único mandatario que ha dado puestos para pagar favores, pero las “metidas de pata” de sus ministros o la falta de experiencia política de muchos de ellos y la ausencia de lobby en el Congreso ha hecho que el barco que dirige Duque se enfrente a un iceberg imposible de esquivar.


El 2020 llegó con una polémica pero la aparición del coronavirus alivió un poco las tensiones con la población ocasionando que el gobierno encontrara una bandera política para trabajar en unión con los gobernadores y alcaldes del país. Al comienzo de la pandemia las decisiones de Duque fueron acertadas y se vio el cambio en las encuestas en donde mejoró su imagen. El cierre de vuelos y espacios públicos fue también un gran acierto para disminuir el número de contagios y muertes cuando el virus azotaba fuertemente a Europa. Esto también llevó a que desapareciera la polémica de la compra de votos o como se conoce la “ñeñepolitica” que tenía a su gobierno contra la espada y la pared.


Pero como todo en la vida, el buen tiempo va pasando y las acciones se quedan en buenas intenciones cuando no hay un progreso que evidencie lo positivo de las mismas. Otra “metida de pata” fue la del gran amigo de Duque y actual ministro de hacienda Alberto Carrasquilla quien anunció en pleno confinamiento una nueva reforma tributaria. Da la impresión que el gobierno juega a dos bandas en donde se expone una decisión y dependiendo del clima político el presidente sale como salvavidas a “apagar” el incendio ocasionado por su ministro.


Vuelvo y repito, Duque no ha sido el único presidente que ha hecho este tipo de acciones políticas para tomar decisiones que lo ayuden a mejorar su imagen en las encuestas, es algo cotidiano de nuestra coyuntura política, pero si existe una diferencia frente a Duque y es que ningún otro presidente, exceptuando a Samper, había gobernado desde el comienzo de su mandato envuelto en polémicas y en medio de una explosión de violencia social como la que vive el actual gobierno.


La bodeguita uribista compuesta por políticos y personas cercanas al uribismo fue una buena idea de arropar al presidente Duque y hacerle sentir que va por buen camino, pero así como esta estrategia ha sido eficiente en algún momento para defender la gestión del gobierno, la oposición ha sido eficiente en marcar la pauta del hartazgo poblacional contra Duque y su equipo de trabajo.


La pregunta que queda es ¿Qué piensa Uribe de la situación actual que vive el país? ¿Pensará que se equivocó en la elección de Duque para presidente? ¿Qué pasa por la mente de los otros miembros del partido? ¿Será que el Centro Democrático sólo es efectivo como partido de oposición? ¿Dormirá tranquilo Iván Duque desde que llegó al Palacio de Nariño?

Estas y muchas otras preguntas pueden ser respondidas entre mayo y el 7 de agosto de 2022, momento en el cual serán las elecciones y comenzará un nuevo periodo presidencial en Colombia.


Su forma de gobierno:


Colombia venía acostumbrada a 16 años de dos gobiernos con una mayor interacción con la población y los medios de comunicación, gobierno mediáticos que usaron las redes sociales para defender sus políticas de gobierno. El cambio para la población fue drástico ya que a Palacio llegó un presidente de un estilo más gerencial y menos mediático, un presidente más técnico y menos político, lo cual en Colombia con los nombres de quienes han ocupado el puesto más importante del país es difícil de encontrar. La falta de comunicación entre los ministros y el ente legislativo quizás se debe a que muchos de los ministros son más técnicos que políticos. Duque ha demostrado ser un presidente más sereno y menos explosivo en sus apariciones en los medios de comunicación muy diferente al estilo de Uribe y Santos. El presidente ha dejado de lado las peleas con Petro, Fajardo o la misma alcaldesa de Bogotá Claudia López, centrando su estilo gerencial en trabajar sin mayor protagonismo en los medios de comunicación, eso quizás le ha pasado factura. Todos los gobiernos no son iguales o se asemejan a lo que los grandes líderes políticos del país quieren y eso es lo que Uribe no ha entendido.

Fiscal de “Bolsillo”


La llegada de Francisco Barbosa a la Fiscalía General de la Nación ha sido otra piedra en el zapato para el presidente Duque. Barbosa gran amigo del presidente lleva poco más de seis meses en el cargo envuelto en polémicas por sus decisiones y declaraciones al frente del ente judicial más importante del país.


La detención del gobernador de Antioquia Aníbal Gaviria, la investigación por violar la cuarentena a la alcaldesa Claudia López o su reciente viaje a San Andrés con su familia son apenas algunas de las tantas polémicas en las que se ha visto envuelto un fiscal que aduce tener gran poder y estar en el segundo puesto más importante del país. Esto quizás no sea culpa de Duque pero afecta la imagen del presidente al ser Barbosa muy cercano a él. El Fiscal en vez de proyectar una imagen de confianza y trabajo de la justicia ha generado miedo a partir de sus declaraciones, el momento por el que pasa la Fiscalía comienza a mostrar un desgaste, tal vez la polémica de su viaje a San Andrés en medio de la cuarentena no lo saque de su cargo, pero una próxima polémica lo pondrá a pensar mucho sobre su futuro en ese puesto.


La paz


Como era de esperarse, el uribismo recién posicionando en el poder atacó con todos los medios posibles el acuerdo de paz con las FARC, incluso realizó algunas objeciones las cuales fueron negadas por la corte constitucional lo que significó un revés muy duro para el presidente Duque. Su comisionado de paz tiene más intención de llevar al ELN a una guerra que de buscar los mecanismos para continuar con unas negociaciones de paz necesarias por lo que está viviendo actualmente el país. La época de la guerra, del intervencionismo del ejército en acciones que deben llevar a cabo la policía que es la encargada de la seguridad deben quedar de lado y los objetivos así como la misión y la visión de las fuerzas armadas debe enfocarse en hacer de las fronteras terrestres y marítimas zonas seguras las cuales no sean penetradas por el narcotráfico y otras acciones ilegales que pongan en peligro la seguridad nacional.


El atentado contra la Escuela General Santander fue la equivocación más grande del ELN, demuestra que es una guerrilla que no está preparada para sentarse a negociar. Pero a lo avanzado en el gobierno Santos si se le hubiera dado continuidad podría haber llevado al fin de una época que Colombia hace muchos años tuvo que haber cerrado.


La paz no pasa por las manos de Duque, Ceballos o el mismo Uribe. Ellos utilizan este concepto al igual que el de la guerra como un mecanismo de hacer política y ese ha sido el error de Duque y el Centro Democrático que no ha entendido que ese factor ha pasado de “moda” y la gente ya no tiene tanto miedo de viajar cuando los vuelos han sido mayormente accesibles para la población.


En conclusión Uribe ha querido retomar el discurso guerrerista, pero se ha equivocado porque el país que él mismo dice querer salvar ya no necesita un mesías o un salvador, necesita un líder y un estadista que busque soluciones óptimas que en 2022 salven al país de la catástrofe que ha cometido Duque como presidente.


Otros sectores.


El 10 de julio Duque inauguró la primera calzada vial de las denominadas autopistas de cuarta generación. Este si bien es un legado del gobierno Santos ha sido una factor positivo para Duque, ya que es una vía vital para conectar el sur occidente, el centro y norte de Colombia. Es positivo ver que no uso un discurso de victoria sino que entendió que su gobierno es la continuación de un proyecto a largo plazo que pretende hacer de Colombia un país mejor conectado buscando una mayor eficiencia y efectividad económica.


A nivel de desempleo desde 2018 hasta antes de la pandemia el DANE ha publicado datos preocupantes en donde se han agotado las ofertas laborales lo que ha aumentado el porcentaje de desempleo en el país. Para volver más crítica la situación la pandemia subió este indicador a un 21% lo cual es altamente preocupante para un gobierno que no ha encontrado una estrategia efectiva para hacerle frente a esta problemática.

Conclusiones


Por ahora es mucho lo que le toca remar a Duque para salvar de la catástrofe política al uribismo y no permitir que Petro o Fajardo sean los próximos presidentes del país.


Mientras tanto Uribe sigue disfrutando de su mejor faceta: la de abuelo y cada vez más siendo ajeno a la situación política del país o respetando el proceso que lleva su pupilo como primer mandatario de la nación. El tema es que Uribe no cumple su papel de ex presidente y seguramente en 2021 enfilará baterías para tratar de elegir a Paola Holguín o Paloma Valencia como la próxima presidenta del país.


El mundo no necesita tantos hombres haciendo política y dirigiendo un país. Ya Marta Lucía Ramírez pasará a la historia como la primera mujer vicepresidente, ahora es el turno de una mujer en Palacio. Pero Petro, Fajardo y otra gran cantidad de candidatos más no le dejarán fácil el camino al uribismo.


Estas son especulaciones, queda mucho camino por recorrer y falta mucho tiempo pero el sonajero político no se detiene y desde 2018 así como Petro lo ha hecho muchos interesados en ver su cuadro en una pared del Palacio han comenzado a hacer su gestión para ser elegido presidente de Colombia y posicionarse a las 3:30 pm el 7 de agosto de 2022.


Yo me decanto por otro nombre que está empezando a sonar: Dilian Francisca Toro

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