Por: Andrés Felipe Múnera C.
Politólogo.
(Foto de: BBC Londres, 2020.)
El estudio de la geografía política o de la geopolítica como comúnmente se conoce tiene la riqueza entre tantos aspectos el de poder entender cómo se llevan a cabo acuerdos entre países que logren consolidar la utilización óptima de los recursos naturales, que como se sabe son finitos y en muchas ocasiones no renovables. Uno de esos recursos por el cual se ha abogado tanto para su protección y eficiente utilización es el agua. El principal recurso hídrico del planeta y de los seres humanos vital para la vida de la flora y fauna así como también para el desarrollo económico y más aún para la misma supervivencia de la humanidad.
Actualmente casi la gran mayoría de las fronteras de los países de América se encuentran divididas por ríos. Tal es el caso de México y Estados Unidos que comparten una frontera de un poco más de 3.100 kilómetros de los cuales casi la mitad la ocupa el famoso Rio Bravo, rio que nace en las montañas de San Juan, Colorado, atraviesa Fort Quitman en Texas y desemboca en el Golfo de México. Teniendo en cuenta que otro ríos (Ríos Tijuana y Colorado) nutren la árida frontera entre ambos países, los gobiernos de Franklin Roosevelt y Manuel Ávila Camacho acordaron que en ciclos de cinco años México y anualmente Estados Unidos cada país debía entregar un porcentaje de agua a su vecino fronterizo por medio de un Tratado que ha obligado a reunirse a varios presidentes debido a las afectaciones climáticas, sobre todo en México, que han imposibilitado el pago a su par del norte.
La última reunión se llevó a cabo entre los gobiernos de Vicente Fox y George Bush en 2001, buscando lograr un consenso y una salida a la problemática de la sequía, evitando así un escalamiento del conflicto. Sin embargo, a 2020 y en medio de una nueva sequía que azota la zona norte México donde se ubican miles de familias campesinas ha ocasionado que los agricultores protestan contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador quien afirma que el suministro está garantizado para la población a pesar de que miles de ciudadanos indignados denuncian que se verán afectadas sus cosechas del próximo año por la falta de agua para los riegos de sus cultivos.
México el 24 de octubre deberá pagar su cuota de agua a los Estados Unidos. Uno de los principales críticos ante la demora del gobierno de López Obrador para hacer el pago es el gobernador de Texas Greg Abbott quien lleva tres semanas denunciando la lentitud de los mexicanos en él envió de los millones de litros cúbicos pendientes por pagar a su Estado, elevando la denuncia al secretario de estado Mike Pompeo. Sin embargo, el gobierno Trump en medio de una campaña electoral, sumada a la pandemia por el covid19 ha dejado de lado esta situación coyuntural de vital importancia para la frontera de ambos países, una zona árida pero con gran variedad de recursos hídricos.
La importancia de establecer un acuerdo para el uso correcto de los recursos naturales y en este caso del agua entre dos países que comparten una frontera hídrica es de suma de trascendencia para evitar futuros conflictos diplomáticos que pongan en peligro la estabilidad de la región. El acuerdo se centra en hacer un uso eficiente de las aguas que comparten ambos territorios, pero además lograr satisfacer las demandas de la población en una región en la que en los últimos cuarenta años ha crecido la demanda del agua no solo para el consumo, sino también para el riego y la producción de alimentos sobretodo en México ante la alta demanda de la población estadounidense asentada en la frontera.
La situación climática que vive el estado de Chihuahua, responsable del envío de agua por ciclos a los Estados Unidos es crítica, tanto así que está viviendo la sequía más fuerte de las últimas tres décadas. Es por ello que su población ha intentado desviar el recurso hídrico de la Presa La Boquilla frente al temor que despierta la posible pérdida de las próximas cosechas en medio de un panorama de incertidumbre ante los constantes cambios de clima.
Diferentes expertos en la materia, han dicho que México se vio altamente afectado una vez se firmó el TLCAN con Estados Unidos y Canadá. La necesidad del país por el agua ha aumentado desde 1990, tanto así que para cumplir con su responsabilidad y evitar una situación de desabastecimiento el gobierno mexicano ha contemplado la idea de solicitar un préstamo de agua a Estados Unidos para favorecer las necesidades de su población. Esta situación se traduce en una dependencia permanente por parte de México hacia su vecino del norte, pero además se entiende la pasividad de la política exterior de López Obrador frente al gobierno Trump. México no está en una posición de hacer exigencias en medio de una situación de impago que en los próximos meses podría desencadenar en un tenso conflicto entre ambos gobiernos. Por eso la prioridad de AMLO es el pago del agua a pesar de las protestas y muertes de campesinos de la región como la de una mujer asesinada el 8 de septiembre que participaba en las protestas y fue alcanzada por disparos de la Guardia Nacional, según datos de la BBC de Londres.
La principal preocupación de AMLO no solo se centra en la falta de pago del ciclo sino en las sanciones o determinaciones que tome la Casa Blanca ante la coyuntura que puede afectar a su población en Texas y que termine en una entropía.
Ante este panorama cada vez más complejo para un gobierno mexicano en decadencia y un gobierno norteamericano en plena campaña re-electoral la pregunta que queda es: ¿Es posible mantener una homeóstasis en la región a partir de un nuevo tratado o sin el?
(Foto de: ExpansiónPolitíca, 2020)
Komentarai