Por: Andrés Felipe Múnera Cardozo
Politólogo
Foto: El Espectador, 2019.
El cerco diplomático nació muerto. La política exterior de Iván Duque retrocede a pasos agigantados. Tratando de ganar el favor de Washington D.C. el presidente ha dejado a un lado el crecimiento internacional de Colombia y ha favorecido un mayor acercamiento político al gobierno norteamericano. La política exterior de Colombia históricamente ha estado ligada a mantener una estrecha relación con Estados Unidos, pero la situación actual de Colombia a nivel internacional demuestra la poca autonomía e independencia del país frente a un sistema multipolar que exige nuevos mecanismos de interacción y relación entre los países.
La política planteada frente a Venezuela más que buscar una solución es un discurso político electoral con miras a la campaña de 2022 en la que el Centro Democrático pretende continuar en el poder. Sin embargo, el apoyo total del gobierno de Duque a Juan Guaidó ha sido errático y contraproducente frente a los intereses nacionales. En el libro “La habitación donde sucedió” publicado por el ex asesor de seguridad nacional John Bolton el gobierno del presidente Duque sale mal librado siendo descrito como uno de los causantes de la errática confrontación con el gobierno de Maduro. Trump no ha sido consecuente con lo ofrecido por Colombia en la relación entre Estados Unidos y el país suramericano, incluso ha cancelado dos visitas de estado a Bogotá lo que refleja el poco o nulo interés no solo por la región sino por un país aliado y leal como lo ha sido históricamente Colombia.
La estrategia de Duque, “muerta” desde su nacimiento, es una muestra más del rumbo por el que camina este gobierno, el nombramiento de Francisco Santos como embajador de Colombia en Estados Unidos una persona sin experiencia en la diplomacia es otro de los tantos errores que se han cometido en esta administración. También ha sido errático el nombramiento de Claudia Blum como canciller; no es nada personal contra ella -quien tiene todas las capacidades para ejercer el cargo- pero no cuenta con experiencia diplomática, es una persona mayor de 70 años y frente a la coyuntura actual del Covid19 ha pasado desapercibida en la toma de decisiones, delegando su trabajo en otro ministro del gobierno, esto a su vez por los impedimentos familiares por los cuales la canciller debe apartarse del cargo en la firma de los decretos presidenciales.
El mensaje en Twitter del presidente Trump de una posible reunión con Maduro es un baldado de agua fría para la diplomacia de Colombia, para el presidente Duque y mucho más para el Centro Democrático quien ve como poco a poco su estrategia frente a Venezuela va disminuyendo ante el invisible trabajo de Juan Guaidó y un Estados Unidos sin un norte claro, con un presidente autoritario e interesado en conocer y reunirse con dictadores, tal como pasó con el presidente de Corea del Norte.
Duque debe estar bastante preocupado por esta situación y si quiere retomar un buen liderazgo a nivel internacional debe tomar cartas en el asunto, nombrando a un nuevo embajador – Luis Guillermo Plata suena fuertemente para ese cargo- también un nuevo canciller y ejercer un papel más autónomo en la región. Colombia necesita de un líder no de un súbdito a los intereses electorales de un presidente en campaña.
Amanecerá y veremos, pero por ahora se presagia una nueva decepción en política internacional para Colombia y el discurso contra Venezuela se está perdiendo poco a poco. Al final la culpa no es Santos y las FARC, es de Duque.
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