Por: Andrés Felipe Múnera C.
Politólogo
(foto de: France24)
Donald Trump celebró ayer el último día de la independencia como presidente de su país, al menos hasta conocer el resultado de las elecciones del martes 3 de noviembre cuando enfrente en las urnas al candidato por el Partido Demócrata Joe Biden. Trump celebró la fecha más importante del país en un lugar simbólico para los estadounidenses, se dirigió a poco más de 5000 personas que acudieron al Monte Rushmore en Dakota del Sur para acompañar al presidente en el momento más bajo de su gestión como el mandatario número 45 de los Estados Unidos.
Trump atraviesa un momento muy complicado en su presidencia. El coronavirus, la crisis económica, el desempleo, las protestas contra el racismo, las críticas de sus principales aliados por el rol tan pasivo que ha cumplido como principal líder del planeta y las diatribas en redes sociales al no ver una gestión clara del primer mandatario le están pasando factura en las encuestas. Es cierto que aún es muy pronto para tomar una postura clara sobre quién será el presidente y que después de lo acontecido en 2016 en la que los pronósticos y las encuestas daban como ganadora a Hilary cualquier cosa se puede esperar para estas elecciones.
Sería muy negativo para Estados Unidos otro mandato de Trump, el momento oscuro por el cual pasa este país, potencia mundial y principal líder de occidente no ha pasado desapercibido y potencias como China o la India están a la expectativa para tomar ese lugar que está dejando Estados Unidos abandonado a causa de las decisiones de Trump.
Es evidente que no existe una gestión de gobierno, no existe un camino, la Casa Blanca ha vivido en caos los últimos cuatros años y son más las polémicas que las virtudes que va a dejar Trump como su legado. Utilizará twitter y otras redes sociales para defenderse de sus críticos y decir que fue el mejor presidente en la historia del país, que su gobierno hizo mucho más que los de sus predecesores, que pasará a la historia y claro tal vez si pase a la historia y liderará todos los rankings en los que Trump desea aparecer de primero y a 2020 lidera también el ranking de cifras en número de contagios y muertes por el coronavirus.
Nunca en la historia de Estados Unidos los ex presidentes habían tenido que abandonar su rol, como lo ha hecho Obama para proteger su legado. El odio y la exclusión por parte de Trump hacia el primer afroamericano en ocupar la presidencia se evidencia en las críticas y los decretos para tumbar los principales programas de la era Obama. Ahora Trump logró unir a todos los ex presidentes vivos del país en su contra y esto será un gran tanque de oxígeno para Biden que ve como líderes del Partido Republicano se van desmarcando del desastre y autoritarismo de Trump con el objetivo de salvar a su país de una debacle.
Falta mucho para noviembre, falta la famosa “sorpresa de octubre” y aun muchas cosas pueden pasar, Biden se está demorando mucho en nominar a quien podría convertirse en la primera vicepresidenta del país y espero que nomine a una afroamericana a ese puesto. Suenan muchas, Kamala Harris sería la mejor opción. Por ahora queda esperar pero lo cierto es que hace décadas Estados Unidos no vivía un momento políticamente complejo, el discurso de Trump contra el virus y la situación social del país se parece mucho al discurso del ex presidente H. Hoover y la crisis económica del 29.
Amanecerá y veremos cómo sigue el camino electoral, mientras tanto López Obrador se ha convertido en el nuevo perro faldero de Trump con su visita a Washington DC en plena pandemia y donde los casos de contagios no para de aumentar, qué mal manejo de política exterior le ha dado AMLO a su gestión y pensar que Marcelo Ebrard, actual canciller, pinta como candidato presidenciable para 2024 en su país.
¿Trump aprovechará esta visita con fines electorales que le puso a los pies AMLO? Lo sabremos el miércoles o jueves cuando se reúnan.
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