Por Andrés Felipe Múnera
Politólogo
(imagien de: americaeconomia)
La crisis política, económica y social que está viviendo Venezuela bajo la dictadura de Nicolás Maduro se agudiza cada día más, y los rumores de un posible golpe de Estado contra el presidente del país vecino hacen eco con el transcurso de su gobierno. En lo político el gobierno venezolano ha controlado de nuevo la Asamblea Nacional, mantiene la presión sobre el sistema económico y controla, por ahora, las protestas sociales que no pasan de ahí. Ha realizado muchos cambios internos como el nombramiento de Delcy Rodríguez como vicepresidenta, además de mantener el control con Generales del ejército gran de parte de los ministerios públicos del país.
Para tener autonomía interna el presidente Maduro ha utilizado en su política exterior un discurso guerrerista, en el cual se ha puesto como la principal víctima de la fabricación de atentados contra su vida y un posible golpe de Estado contra su gobierno.
También ha denunciado una conspiración, que según él y miembros de su gobierno, se está tejiendo entre Bogotá, Miami y Madrid. A pesar de los cambios de gobierno en Colombia y España, Maduro mantiene el mismo discurso en el que refiere al presidente Duque como un “perro faldero” que sigue las órdenes de Estados Unidos o como “un diablo con cara de angelito”. Estas ofensas contra el mandatario colombiano no son nuevas. Maduro crítica a Duque porque considera que está más preocupado por lo que pasa en Venezuela que por lo que ocurre en Colombia. Sin embargo, el tema venezolano no solamente es una preocupación de nuestro país. La gran mayoría de países de la región han elevado un tono de protesta contra Maduro y le pide que acepte la ayuda humanitaria para su población, pero además consideran que se le debe poner fin a su gobierno.
Nicolás Maduro, no ha tenido la suerte de contar con grandes aliados en el continente como sucedió con Hugo Chávez, quien tenía bajo su control, por el buen precio del petróleo las decisiones tomadas en organismos internacionales como la OEA y UNASUR. También Venezuela en cualquier momento podía hacer uso de su política exterior petrolera para cambiar las decisiones de los principales países benefactores de su crudo y así entorpecer de las demandas y denuncias de Estados Unidos y Colombia. Pero ahora el panorama es distinto para Maduro, puesto que ya no está Lula, ni los Kirchner, ni Correa, ni los Castro en el poder y cuenta con un aliado como Daniel Ortega en Nicaragua muy debilitado por las situación interna que atraviesa su gobierno.
En materia internacional se le están cerrando todos los caminos de acción a Nicolás Maduro. A pesar de esto, países como China y Rusia, siguen apoyando a Venezuela frente a esta dura situación interna que vive. Pero llegará el momento que tanto los chinos como los rusos cierren el paso de oxígeno al gobierno de Maduro, puesto que su país se encuentra altamente endeudado con sus dos principales financiadores.
Son estas las razones que han llevado a "vientos de guerra" en Venezuela. Pero esta situación que está contemplada dentro de las posibles soluciones para acabar con el régimen de Nicolás Maduro es la que menos conviene tanto a Estados Unidos como a Colombia y la misma Venezuela. Si ocurriese una intervención en este país, los primeros en auxiliar a Maduro serian China y Rusia, lo que podría generar una guerra global por la intervención en ayuda para Colombia por parte de Estados Unidos. Por eso Trump ha sido muy enfático en revivir la doctrina Monroe en la que se expresa “América para los Americanos” con el objetivo de que ningún otro país intervenga política o militarmente en algún Estado latinoamericano.
Este es el principal motivo por el que una guerra para derrocar a Nicolás Maduro del poder sería el paso incorrecto para encontrar una solución oportuna a la problemática que vive su país y que por la cual la inmigración de miles de venezolanos ha afectado a países como Colombia (principal zona de tránsito y estadía de la población venezolana), Ecuador, Perú, Chile y Argentina.
La situación humanitaria que vive la población venezolana ha causado xenofobia en Brasil, donde el gobierno ha tenido que intervenir militarmente la frontera para controlar los ataques hacia las personas que cruzan la frontera entre estos dos países.
En términos generales una intervención militar no es lo más conveniente para acabar con el difícil problema que se presenta en Venezuela. Esta situación debe ser solucionada por su población. Los demás países y en especial el sistema internacional en el que vivimos ya no está pasando por una situación de coyuntura de guerra fría, las intervenciones militares son una coyuntura del siglo XX y las peleas entre la Unión Soviética y Estados Unidos quedaron a un lado cuando cayó el telón de acero.
Las primeras intervenciones militares en Afganistán, Irak y Libia, realizadas por Estados Unidos no han sido más que un fracaso y su doctrina de llevar la guerra a los países de origen no puede darse en Venezuela, puesto que este último se encuentra dentro de su zona de influencia en una región que es de vital importancia mantener controlada. La doctrina militar americana no fue creada para entrometerse en los asuntos políticos de estados cercanos a la frontera sur del país. Esta doctrina, como se dijo, se creó a partir de mantener el problema controlado dentro de una zona específica, en un solo estado y un solo territorio, lo que permite que la guerra sea mejor controlada y tenga un mayor éxito.
Comments